sábado, 28 de enero de 2012

La Hacienda del terror

Les platicaré que no soy una persona supersticiosa o que crea en cosas fantásticas, más bien me gusta creer que existen; lo que si debo de reconocer es que a pesar de todo lo anterior si soy  muy miedosa, bueno trato de que no, pero me sugestiono mucho, aunque siempre que me doy una explicación razonable a aparentes acontecimientos "raros", se me quita el miedo.

Ahondando un poco más en el tema, no he vivido una sola experiencia con la que yo pueda constatar que existen fantasmas o algo paranormal, sin embargo ha habido cosas que me han ocurrido que no me puedo explicar al 100%. Desgraciadamente hay tanta charlatanería que se me vuelve más complicado creer que hay algo más.
No puedo decir que me apasiona el tema, más bien creo que el morbo y esa adrenalina que se siente al entrar a un lugar oscuro, o con aparentes historias tenebrosas es lo  que me llama la atención.

Hace poco más de 6 años fui con mi esposo y unos amigos a una Hacienda en el Estado de México, que según historias de mi hermana menor, pasaban cosas sobrenaturales.
Para empezar nos dimos una perdida de aquellas, el plan era llegar como a las 5 de la tarde y llegamos como a las 8 de la noche. Por la carretera se veia una barda color blanco interminable, hasta que llegamos a un portón negro, tocamos el claxón y nos abrió un señor con una escopeta (que fantasmas ni que fantasmas el si nos dio miedo), nos dijo que el costo por acampar era de $50.00 por persona, pero le dijimos que solo estaríamos un rato, y nos dejo pasar cobrándonos solo los cincuenta pesos por todos.
El lugar definitivamente era tétrico pasabas con el coche por un camino sin nada alrededor, sólo pasto seco, luego un arco y construcciones ya sin techo, cómo pequeñas casitas, luego de unos minutos llegabas a la casona principal, y por ahí nos estacionamos. Nos bajamos y empezamos a caminar, la hacienda contaba con luz eléctrica en varias partes, también pudimos notar que había un grupo de personas acampando, lo cual nos dio un poco más de seguridad, total que continuamos la caminata adentrándonos a la enorme casona, pero solo por corredores abiertos, ya que el acceso a la planta alta y a las habitaciones estaba clausurado.
Poco sabíamos del lugar, solo que era una hacienda construida en el siglo XIX, que en algún tiempo fue ocupada por monjas, después se convirtió en Orfanato, también sabíamos que había sido albergue para la gente herida que combatía en la la revolución.
Llegamos a un tipo patio con una fuente en el centro, pero en lugar de agua tenia tierra y una planta seca como una mazorca enterrada, y al soplar el viento hacia ruido y volvía el ambiente más tenebroso, seguimos caminando hasta llegar a lo que eran las Caballerízas, luego al caminar hacia el lado izquierdo, encontramos una alberca; la hacienda en general conservaba  bien su estructura, pero si se notaba la falta de mantenimiento, total que le dimos dos vueltas a la hacienda y nada de sustos. Así que decidimos caminar a los alrededores donde nos dimos cuenta de la existencia de una entrada principal, que contaba con un camino empedrado y arbolado que daba a una gran reja de metal, que por supuesto tenía una cadena con un gran candado viejo y oxidado, que denotaba que no se usaba.  Cerca de ahí había un gran kiosco y al final otra estructura de doble altura, que no supimos para que la utilizaban, la verdad es que ya no supimos que más hacer y nos fuimos, terminando nuestra expedición tristes pues nunca vimos nada extraño ni que pudiéramos relatar como la existencia de fantasmas. Eso si de que el lugar era imponente y tétrico lo era, la piel de gallina y los nerviositos también estuvieron presentes. De que me dio miedo me dio.

Conclusión: No puedo decir que los fantasmas no existen, pero puedo creer en la existencia de ciertas energías no se si buenas o malas, creo que lo mejor es mantener esa línea de separación. Porque podemos ser tan vulnerables a todo lo que no conocemos.  

Las fotos fueron tomadas de día, pero de noche es totalmente diferente.




viernes, 6 de enero de 2012

Cuando los reyes me traían regalos

Hoy es Día de los Reyes Magos, los niños reciben juguetes y regalos, días anteriores vemos a gente en las calles vendiendo globos, en las escuelas congregan a los niños para que junto con su globo envíen una cartita, en donde plasman lo bien o mal que se portaron y los obsequios que les gustaría recibir.
En las casas al pie del árbol los Reyes dejan los regalos que creen apropiados; para este día se comparte con la familia la famosa rosca de reyes, que por cierto ayer que fui al super, ya hay muchas opciones ricas, encontré la rosca rellena de queso con zarzamora y otra versión rellena de nata y por supuesto la tradicional. ¡Yumi!

Cuando uno va creciendo y se pierde la inocencia también quedan atrás historias fantásticas, que hacen que este tipo de fechas sean especiales y mágicas. Confieso que extraño esa sensación, mi mamá me ha dicho que cuando tenga hijos volveré a sentir esa magia. Pero bueno no nos pongamos melancólicos y pasemos a lo que sigue. El motivo de mi post es para compartir los regalos más especiales que recuerdo que los Reyes me trajeron.

La caja no la recuerdo, pero el muñeco es idéntico.
Un juguete que adore cuando era niña, era un muñeco regordete que se llamaba Tondo, el cual estaba enfermito y había que cuidarlo. Recuerdo perfecto su canción. "Esas manchitas que le ves a Tondo con agua calientita a Tondo se le irán".  














Otro regalo también increíble fue una Barbie, Edición especial de Navidad. Horas de diversión.




No podía faltar otro muñeco adorado por muchas niñas. Los nacidos en los 80s me entenderán porque. Y o encontré el modelo exacto, pero tuve dos y los adore. Mi Cabbage Patch con firma en la pompi fue lo máximo. Que nenuco ni que nada.


Y ya por último un super regalazo fue una piscina con fuente de Barbie, a falta de la casa que siempre se agotaba según las cartas que los Reyes me dejaban. Y no se quedó ahí, ya en la secundaria cuando suplí este regalo por un walkman amarillo y música, me ayudo perfecto para un proyecto de la Feria de la Ciencias, con un par de arreglos se convirtió en un pequeño bosque que demostraba el ciclo del agua. Así que no tiren sus juguetes, siempre tienen un uso extra.